Durante todos estos años fui dejando mi huella por la ciudad con paste ups: esos pósters intervenidos y pegados en el espacio público que buscan traer un poco de color, mensaje y arte a las calles grises de Buenos Aires.

Cada diseño, cada personaje, cada frase tiene una intención. Algunos surgieron desde un momento personal, otros desde una conversación o una emoción que necesitaba volverse visible. Ver cómo la gente se detiene, saca una foto o simplemente sonríe al pasar, es el mejor pago que puede tener este tipo de arte urbano.

Lo que más me gusta del paste up es su esencia efímera, su capacidad de sorprender en medio del caos cotidiano. Pero también descubrí que muchas personas quieren ese pedacito de calle en sus propios espacios: bares, estudios, locales de ropa, oficinas o donde sea que una pared pida algo distinto. Y eso es lo más lindo de todo: que el arte siga llegando, ahora de una forma más íntima.

Si te gustaría tener uno de estos pósters en tu espacio, podés contactarme para hacer una intervención personalizada. El arte urbano también puede vivir puertas adentro.